En la era del 3.0, resulta cuanto menos llamativo que el uso de las tablets en clase se vaya instalando poco a poco tras haberse inundado el mercado de dispositivos móviles inteligentes. En realidad, y a pesar de haber sentimientos encontrados con la inclusión escolar, lo cierto es que ofrece una serie de ventajas que convierten la estrategia en –posible- apuesta ganadora:
- Aprendizaje interactivo: el dispositivo ofrece la posibilidad de crear rutinas de aprendizaje unidireccionales e interactivas, pues brinda un abanico amplio de actividades que, para el alumno, pueden ser más divertidas; en consecuencia, aumenta el interés y la atención en lo que se está aprendiendo.
- Hasta el momento, muchos son los centros que hacían uso de portátiles. Las Tablets ofrecen unas dimensiones y peso mejores para el alumno, eliminando una carga en su mochila.
- Además de mejorar en peso y dimensiones, también ofrecen largas horas de autonomía.
- Aplicaciones: al existir la posibilidad de incorporar aplicaciones específicas mejoran su funcionamiento intuitivo y lo convierten en un dispositivo de fácil manejo.
Sin embargo, y como suele pasar en muchas ocasiones, del mismo modo que ofrece puntos positivos, también crea limitaciones educativas:
Al tratarse de un dispositivo establecido para el consumo de contenidos, lo cierto es que en cuanto a creación de trabajos creativos mantiene limitaciones. No nos vamos a engañar, las tablets ofrecen un interfaz visual fácil, aunque para un niño dejar volar su imaginación con una Tablet como lienzo puede frustrar a más de un alumno debido a la torpeza de una pantalla.
Además, desaparece el esfuerzo de escritura del infante, que es sin duda importante para su desarrollo cognitivo.
Sea como fuere, y como todo lo que engloba a esta nueva era, lo cierto es que no hay guía exacta hacia el éxito. A merced queda, pues, de la elección del centro educativo.
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