A principios del año 2016 se lanzaba la noticia de la próxima creación de un teléfono centrado a abastecer de apoyo y ayuda contra el acoso escolar como parte del Plan Estratégico de Convivencia Escolar que se aprobó por el Consejo de Ministros.
Marcial Marín, secretario de Estado de Educación en funciones, anunciaba hoy que el número estará en activo desde el 1 de noviembre de este año 2016 y estará dotado de un equipo de psicólogos especializados, así como contará con el apoyo en el equipo también para discapacitados auditivos y de habla. Así pues, la unidad estará formada por psicólogos, educadores sociales, integradores e incluso abogados.
Un 4% de la población escolar menor de edad sufre de ello, por lo que resulta alentadora la noticia de que el nº de teléfono sea ya es una realidad. 900 018 018 dará vida a una plataforma viva durante 24 horas los 365 días del año capacitada para dotar de apoyo psicológico a aquellos que estén sufriendo bullying. Este servicio sigue los patrones del servicio contra el maltrato a la mujer, pues ambos buscan ofrecer el apoyo psíquico, físico o interactivo al afectado.
Con el fin de que tal llamada no resulte un hándicap para el alumno, la llamada será gratuita y no aparecerá a posteriori en los registros de llamadas telefónicas del afectado. Además, no solo servirá para el contacto del perjudicado, sino que también ofrecerá apoyo para tutores, familiares, e incluso para testigos de la agresión física o verbal.
El apoyo es crucial
La noticia llega en un momento especialmente tenso tras un caso en Palma de Mallorca en el que una menor resultó presuntamente agredida por un grupo de compañeros de clase. Lo más llamativo del caso es que los alumnos solo han sido expulsados de clase durante 5 días, y educación lo califica como “una riña puntual“.
Ante tal problemática, los interrogantes sobre el modus operandis en caso de bullying han inundado las redes sociales. ¿Qué hacer ante las sospechas? En primer lugar, se debería analizar cautelosamente la situación con el fin de descartar que ese juego pesado no esté camuflando un acoso escolar. Un modo de hacerlo es intentar charlar con el supuesto agresor e intentar simular los sentimientos que sentiría él si fuese la situación contraria e invitarle a que le pida perdón al afectado. Es muy probable que la actitud del presunto agresor desvele más de lo que él espera.
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